El proceso de respirar y de vivir, en resumen; el metabolismo, además de la obtención de energía, lleva aparejados fenómenos de oxidación gradual en los que se liberan radicales libres, que deterioran el organismo. En los individuos jóvenes existen toda una serie de sustancias antioxidantes que impiden, o al menos limitan, el daño celular. Según vamos envejeciendo, esas sustancias disminuyen y, a la vez, el proceso metabólico se hace más ineficaz, con lo que aumenta la producción de radicales libres y, por tanto, la oxidación. Asimismo ocurren procesos de inflamación crónica que actúan a través de esos mismos radicales libres.
Todas las personas a partir de los 35-40 años comienzan su proceso de envejecimiento a una velocidad que va aumentando con el tiempo y que puede acrecentarse si se tienen formas de vida no saludables. Fumar, hacer vida sedentaria y tomar grandes cantidades de alcohol aceleran el proceso de deterioro vinculado al envejecimiento.