03 Noviembre 98 | Exploración de la glándula mamaria.(1998) Armando Tejerina Gómez. Ed. Nueva Lente
INTRODUCCIÓN
A lo largo de la historia, del desarrollo de cada una de las civilizaciones, la mama femenina ha sido un elemento importante en aspecto religiosos, mágicos o estéticos, ya desde el paleolítico con la Venus de Laussel y Willhendorf, hasta el más depurado arte moderno.
Este órgano, a lo largo de la historia ha padecido enfermedades, tanto benignas como malignas que muchas veces se englobaban ambas bajo el epígrafe de <<cáncer>>, en base a que no se conocía la diferencia ni la historia natural de estos procesos.
La primera referencia encontrada, acerca del tratamiento de estos problemas se encuentra en el papiro de Edwin Smith 3000-2500 a.de C., en el que se describen úlceras y tumores de mama y tratamientos de éstos mediante cauterio.
Herodoto cita como la mujer de Darío de Persia y madre de Xerses padeció un proceso mamario; no se sabe muy bien si fue un cáncer o una mastitis inflamatoria.
Hipócrates de Cos estudió múltiples aspectos de la medicina, aunque el problema mamario fue referido en pocos casos, algunos de ellos en relación a los derrames hemorrágicos por el pezón.
Galeno de Pérgamo estudió los tumores malignos en general, y en particular los de la mama, quien los describió microscópicamente como <<cangrejos>>. Igualmente fue importante su descripción sobre la hipertrofia del tejido glandular mamario en el varón, a la que denominó ginecomastia <<mama de mujer>>.
Sorano de Éfeso fue el primer cirujano (siglo II) que describió la amputación mamaria, mediante escalpelo y posterior cauterización del lecho cruento para realización de hemostasia.
En Alejandría y Bizancio, autores como Leónidas y Aecio de Amida (siglo II y año 500 respectivamente) describieron técnicas de tratamiento e hicieron diagnósticos diferenciales entre el cáncer de mama con o sin ulceración, como factor pronóstico.
En este sentido diremos que en los primeros 700 años de la era cristiana se conocían las manifestaciones del cáncer mamario, algunos aspectos de su pronóstico y su terapia quirúrgica mediante cirugía, cauterio o asociación de ambas.
En la medicina árabe tienen interés las aportaciones hechas por Avicena, quien se inclinaba por el cauterio como método quirúrgico de tratamiento del cáncer mamario.
Andrea Vesalio, cirujano, anatomista y tratadista de Bruselas (1514-1564) cita como terapia del cáncer de mama la utilización de escalpelo, asociado a ligaduras para controlar la hemorragia. Fabricio D-acquapendente (1537-1619), discípulo de Falopio de Venecia y guiado por los hallazgos de Ambrosio Paré (1510-1590) realizaba extirpaciones de la mama y de los ganglios axilares afectos.
Autores como Morgagni describen casos de ginecomastia en varón, pezones, accesorios y corpúsculos areolares.
En este orden de cosas, en que faltaban correctos diagnósticos, la extirpación mamaria acontecía en aquéllos casos de aparición de tumores en la mama, sin reparar en su etiología benigna o maligna.
Las primeras descripciones de la colonización y distribución linfática del cáncer mamario son debidas a Le Dran a Petit (1674-1750) quien indicó por primera vez el pronóstico en casos de afectación de ganglios supraclaviculares y/o metástasis óseas.
En el siglo XVIII cabe citar con importancia al inglés John Hunter (1728-1793) cirujano y anatomista, quien ya indicó en algunos casos, la abstención quirúrgica en casos de grandes adenopatías axilares.
Un discípulo de Hunter, sir Astley Cooper (1768-1841) describe entidades como la tuberculosis mamaria y señala cómo, muchas enfermedades de la mama habían sido consideradas falsamente como malignas, y tratadas con amplias amputaciones en su mayoría innecesarias. Este autor describe igualmente el fibroadenoma como tumor benigno, la enfermedad quística mamaria y algunos aspectos anatómicos de la glándula.
Recamier citó por primera vez la palabra metástasis, al referirse a las localizaciones secundarias del cáncer de mama, en relación a un caso de afectación secundarias del cáncer de mama, en relación a un caso de afectación secundaria cerebral.
Müller describe en 1838 el cystosarcoma Phyllodes, tumor raro, que ha sido objeto de múltiples nominaciones y descripciones.
En este período caben citar autores como Velpeau, Gosselin, etc.
Paul Reclus (1847-1914) fue el padre del estudio de la enfermedad fibroquística de la mama, quien efectuó resecciones parciales de la glándula mamaria como tratamiento de estas afecciones, demostrando cómo existían en muchos casos, tumores quísticos en ambas mamas. En otros casos comprobó la coexistencia de esta estructura bilateral asociado a cáncer de mama.
En el siglo XIX cabe citar a Sir James Pager (1814-1899) cirujano y orador inglés de la época victoriana, que describió un tumor de mama, con lesiones crónicas de la piel del pezón y areola seguido de la formación de un cáncer escirro. Igualmente citó, aunque fuera de la patología mamaria, la osteitis deformante. En base al pronóstico del cáncer de mama y apreció cómo los tratamientos quirúrgicos eran inadecuados, en las situaciones muy avanzadas, arrojando tasas de recidivas muy elevadas.
Moore en 1867 describió la mastectomía completa con vacíamiento axilar como tratamiento del cáncer de mama, aunque no fue tomado en serio, teniendo en cuenta que esta operación era demasiado cruenta para la moral victoriana de la época.
Lister (1827-1912) descubridor de la antisepsia, efectuaba tratamientos con extirpación de piel, aponeurosis del pectoral y ganglios linfáticos.
Citamos autores como Willy Meyer, Billroth, Von Volkman, Heindenhain y Rotter, como grandes cirujanos continuadores del desarrollo de las técnicas quirúrgicas.
William Halsted (1852-1922) es el padre de la cirugía radical del cáncer mamario, con extirpaciones amplias y vacíamientos axilares completos y cuidadosos.
Otros autores como Gerota, Rotter, Grosman y Oelsner estudian los aspectos fisiopatológicos de las cadenas ganglionares subsudiarias de la mama.
El siglo XX es el período del perfeccionamiento con la aparición y desarrollo de técnicas de tratamiento radioterápico, hormona y quimioterápico, con descripciones estadísticas de importancia en estos aspectos terapéuticos, llegándose a establecer situaciones de máxima confianza y seguridad a cada caso, con un mínimo de efectos secundarios, pero, todo esto no es posible si no existiera un patrón fiable de diagnóstico y clasificación de cada una de las situaciones de patología mamaria. Ya hemos visto cómo incluso en la época de Pager se intuía que las terapias eran a veces desmesuradas, con terribles amputaciones en patologías benignas, y se pecaba con absentismos terapéuticos en situaciones avanzadas.
Es el diagnóstico, la piedra angular ante cualquier tratamiento de patología mamaria. Debemos decir que el mejor tratamiento de cualquier afección mamaria, en especial en el cáncer es su perfecto diagnóstico, valoración biológica y estadiaje correctos, como primera aproximación a una terapia adecuada a cada caso.
En este sentido, a lo largo de esta obra citaremos nuestra experiencia y la de otros autores, que volcados en estos últimos años en el diagnóstico, hemos llegado a un mejor entendimiento, tanto en el tratamiento como curación e incluso prevención del cáncer de mama.
El cáncer mamario alcanza en el momento actual, una frecuencia elevada y creciente en las tasas de morbimortalidad globales. Constituye la tercera causa de muerte por cáncer, precedido por el carcinoma broncogénico y el colorectal; y en la mujer, ocupa el primer lugar de incidencia de cáncer.
Una de cada once mujeres sanas desarrollará la enfermedad a los largo de su vida; la tasa bruta de mortalidad por cáncer de mama femenino se sitúa en el orden de un 20-30 por 100.000 habitantes.
A pesar de los avances en los tratamientos, en los últimos años se ha visto que la única posibilidad en la disminución de las tasas de mortalidad se basa en la identificación de la enfermedad en etapas tempranas de su evolución. En este sentido, el desarrollo de nuevas tecnologías, conllevan a diagnósticos más precoces y minimizan los errores por omisión, con aparición de estadíos cada vez más iniciales, con mayores y más seguras posibilidaes de curación, al aplicarles las modernas terapias a nuestro uso.
Hasta aquí, hemos hablado de la importancia del diagnóstico mamario, el por qué a los largo de la historia en su concepto más amplio, y más modernamente en su vertiente de búsqueda de estadíos precoces o iniciales, como primer paso a la curación del cáncer mamario; a continuación revisaremos cada una de las técnicas que poseemos para llegar a estos fines.