17 Octubre 11 | Prólogo del autor:
El cine, una de las principales manifestaciones culturales del hombre contemporáneo, ha tratado las grandes cuestiones que preocupan ser humano. El amor, la muerte, la familia, la felicidad, la justicia, la política y, por supuesto, la enfermedad. Existen determinados personajes fundamentales para poder acercarse a estos grandes temas. Y sin duda en la enfermedad el médico es un actor de primera fila.
La enfermedad pone a la persona contra las cuerdas. Le hace sentir sus propios límites. El enfermo deja de ser un individuo completo y todopoderoso. Le falta algo fundamental. Ha perdido algo que puede llegar a ser irrecuperable, su autonomía. Y por si fuera poco, hay ocasiones en las que la enfermedad nos asoma al abismo de la muerte, enfrentándonos a un destino inevitable pero al que deseamos ir dándole plazos. Al enfermar, repentinamente somos conscientes de la felidad anterior. Ansiamos recuperarla cuanto antes y que las limitaciones o el abismo de la muerte se alejen para no volver jamás.
En esa situación el médico se convierte en un agente transformador. A veces parece más un mago que un científico. Ponemos en sus manos todas nuestras expectativas, porque nos puede devolver esa felicidad perdida. Si su hechizo tiene efecto la vida podrá continuar y lograremos despertar de un mal sueño. La relevancia de esta figura se ha visto reflejada en películas de todo tipo. Western, comedias, cine de autor, de terror, dramas. Ningún género ha dejado escapar al médico de las garras embelesadoras del cine. Presente desde las primeras películas, la más antigua incluida en el libro, El gabinete del Dr. Caligari, es de 1920, el médico aparece en el cine continuamente y ha sido plasmado como un elemento fundamental en la sociedad.
Los médicos cinematográficos han sido muy variopintos, reflejo de su imagen social. Solución o problema, virtuosos o malvados, protagonistas o secundarios. En la consulta o en el hospital, en urgencias o en la guerra. Con la familia o en la universidad, divirtiéndose o sufriendo con el enfermo. Inclusive padeciendo en sus propias carnes los pesares de la enfermedad. En las distintas secciones del libro se repasará la visión que el cine ha transmitido acerca del médico. En la primera parte se trazará una imagen global del médico cinematográfico a través de sus virtudes y defectos más repetidos en las películas. Después veremos al médico trabajando. En la consulta, en el hospital, en urgencias o en el campo de batalla. Finalmente se pondrá al médico en relación con sus interlocutores más significativos. En primer lugar con los pacientes, pero además con su familia, con los compañeros, con los alumnos y finalmente consigo mismo. El médico como paciente.
Para explicar las características del médico cinematográfico se han escogido 50 películas. Las películas se han elegido por su calidad cinematográfica y por su capacidad para expresar un aspecto representativo del médico en el cine. Con el fin de hacer la lectura del libro más amena, a cada película le acompaña una anécdota cinematográfica y otra relacionada con la película y la medicina.