02 Noviembre 86 | Tratamiento del Cáncer de Mama (1986). Florencio Tejerina González de la Rivera, Armando Tejerina Gómez. Ed. Salvat
PREFACIO
En el Instituto Provincial de Obstetricia y Ginecología, continuación de la antigua Maternidad de Madrid, que forma parte de su Beneficencia Provincial, se inició en 1961 una asistencia dedicada exclusivamente a la patología de la mama. Uno de nosotros, F.T.G., como Cirujano Jefe de Servicio de la Beneficencia Provincial de Madrid, organizó una consulta dedicada solamente a enfermedades de la mama, con material clínico de enfermas externas y de pacientes con procesos mamarios, de los servicios de este Instituto. Paralelamente, se iniciaron los métodos de exploración y tratamiento propios de este grupo de enfermedades. Hacemos esta referencia por parecernos que, en la larga historia del Hospital General (Hospital Provincial de Madrid), iniciado en tiempo de Felipe II y construido el actual edificio por Sabatini (1756) durante el reinado de Carlos III, bien vale anotar este hecho: El comienzo de las funciones de una unidad de patología de la mama, teniendo nosotros suerte de dirigirla. Seguramente es la primera que tuvo lugar en España con esta dedicación completa.
¿Qué lugar ocupa esta patología en el conjunto de enfermedades humanas? Hemos tenido oportunidad de ser testigos activos, por una asistencia sin interrupción durante veintidós años, de los progresos en la patología de la mama. En este tiempo se han descubierto y aplicado nuevos medios de exploraciones, el pronóstico y las distintas modalidades de tratamientos, creándose distintos sistemas para aplicar estos conocimientos; unas ideas pasas, otras quedan y siempre sucede que aparecen diferentes tendencias para un futuro inmediato.
Se nos presenta la medicina tradicional, la de finos del pasado siglo y el primer tercio del presente, como el gran tronco de un árbol doctrinal con sus raíces fundamentales: Anatomía, fisiología, anatomía patológica, química, farmacología, etc. Dos gruesas ramas representan las clínicas médicas y sus enfermedades internas, y las clínicas quirúrgicas de enfermedades con asistencia por operaciones. Este esquema se hizo confuso al necesitarse tratamientos médicos y quirúrgicos de un mismo proceso patológico; se unificaron los conceptos de enfermedades en campos de competencia entre internistas y cirujanos. Las especialidades clásicas fueron reforzadas y aparecieron otras nuevas. Dos han sido los motivos de estas dicotomías especializadas en las ramas médicas y quirúrgicas: la dificultad de abarcar distintas exploraciones difíciles en ser dominadas y la complejidad en la aplicación técnica de ciertos tratamientos.
Las nuevas especialidades, algunas espectaculares, y sus especialistas, a veces incurrieron en aislarse demasiado dentro de su mundo local, olvidando el conjunto del enfermo en su totalidad. Tal sucedió entre 1930 y 1950. Contra esta especialización impermeable al resto del ser paciente, aparecieron los conceptos de <<patología funcional>> de Von Bergmann y de tantos otros autores; así , entre nosotros, la creación y difusión de la <<medicina psicosomática>> por Rof Carballo, que es el influjo del todo decisivo sobre la parte enferma.
Hemos tenido el cuidado de no asociar a la patología de la mama los conceptos tradicionales de especialidad y de especialista. Precisamente porque la mama, como órgano, es siempre un resonador de lo que está sucediendo en el resto de la mujer. En estado normal, su forma, desarrollo e involución es un espejo del funcionalismo femenino. En estados patológicos, el huésped que soporta la enfermedad benigna o maligna, es el que inicia, por su desequilibrio, la marcha y el desenlace de la enfermedad. En los procesos malignos hay que ayudar al huésped a salvar su incompetencia defensiva; hay que conseguir, con acciones locales, librar a la paciente de la mayor parte patológica, y con acciones generales, de los efectos colaterales. Cuando se logre, además de ayudar, cambiar la intimidad cromosómica en la célula maligna de sus encógenos, será el día, tal vez no lejano, de una auténtica curación.
Estas ideas clínicas, ya antiguas, están confirmándose en los últimos años por esa especie de explosión doctrinal que ahora significa la fisiopatología molecular. Concretando sobre el proceso maligno de la mama, lo que hay que descubrir y modificar es la no transmisión cromosómica maligna, para lograr su curación. Esto no invalida los medios actuales de exploraciones y tratamientos, que en determinadas situaciones resuelven definitivamente el proceso al ayudar al huésped en su inmunidad celular.
Este exordio es obligado para no confundir la patología de la mama, como si fuera una especialización al uso clásico; son precisas las diferentes colaboraciones para un mismo fin, y de aquí la organización de <<unidades de patología de la mama>> como ya funcionan en distintos sitios. La medicina clásica de las especialidades se ha diversificado para conseguir más eficacia sobre un determinado órgano enfermo y un proceso generalizado. Asimismo, se desprende que no debe haber prioridades ni limitaciones, sobre si en el campo de la patología mamaria deben actuar preferentemente determinadas especializaciones clásicas.
La parte más difícil, más dura por los resultados adversos, y que a veces son inesperados, corresponde a tratamiento, y éste es precisamente la materia del presente libro. Las cuestiones resueltas más brillantes en patología de la mama, son las conseguidas con el proceso de las exploraciones y los diagnósticos. La misión ineludible del médico ante su enfermo es obtener su curación; después de conseguir el diagnóstico, hay que afrontar todos los problemas; es en el tratamiento donde todo se pone a prueba: la esperanza y el éxito.
F. TEJERINA GONZÁLEZ
A. TEJERINA GÓMEZ